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Rafael Nadal

Nadal llega a todas

Paris, .- Nadal llega a todas

En presencia de Antonio Banderas, Rafa Nadal no tuvo rival en Moyá y se plantó por tercer año consecutivo en las semifinales de Roland Garros. Ahí se enfrentará al serbio Nole Djokovic.

A la relativamente tierna edad de 21 años, Rafael Nadal es el hombre que llega a todas. O a todos. A todas las partes de la tierra, si esa tierra está en una pista de tenis. A todas las bolas. "Es casi imposible, que Nadal no toque al menos cualquier bola que se le tire a su lado preferido, el izquierdo", analiza John McEnroe, tras el cafelito de la mañana en la zona de comentaristas de la Chatrier. Y Nadal también llega a todo y a todos. A todos los golpes que se le lanzan. A famosos de toda laya, como Antonio Banderas o, por supuesto, McEnroe.

Nadal demolió inflexiblemente a su amigo Moyá y recibió el saludo de Banderas. "Supongo que ante Federer, Rafa no cometerá errores como algunos de hoy", aventuró Banderas en la televisión France 2 ¿qué errores...?

Disculpad a Banderas: Nadal hace cosas que exceden a la mera comprensión. Nadal está en todas partes, es un hombre que, en sí, es una multitud. Minutos después de la demolición de Moyá, Nadal irrumpió (Nadal no aparece: irrumpe) en una rueda de prensa que agotó los asientos en la Sala de Prensa principal de Roland Garros.

Allí, ante Santana, Corretja y la flor y nata de la prensa internacional, Nadal bromeó con su inglés deliciosamente fracturado, convirtió la conferencia en un show personalísimo, el show de Rafa, amonestó a un periodista español por no entender su inglés, analizó el cambio a la hierba y se marchó, un vendaval. Sus partidarios le jaleaban: "Eres un fenómeno". Como en los toros, pero en París. Como El Cordobés de los buenos tiempos.

Pero en la pista no hay amistades. Ni risas. La pista es un ring de albero. El Cordobés deviene en Tyson. O, para los rivales, King Kong. Nadal achica la pista, y si esa pista es la grandiosa Philippe Chatrier, la achica aún más: lo que dice McEnroe. Te acorrala, te agobia.

No es que Moyá jugara mal, pero a ver qué se hace cuando tus mejores golpes, los que son ganadores contra cualquier otro, regresan con la elevación expansiva de una bomba de mano. De la mano zurda de Nadal, claro.
La primera vez que Moyá perdió el servicio fue tras tirar un trallazo paralelo que nadie hubiera tocado. Pero Nadal llegó, tocó y pegó en ese lado que McEnroe define como casi imbatible. Moyá iba a la red tras el pelotazo: y se topó con un adoquín de bola, pesada, cruzada, que le dejó sin punto, sin servicio y casi sin raqueta. Touché, dicen los esgrimistas. Tocado, tocadísimo. "Con él, siempre hay que volver a empezar", diría Moyá.

Y a la relativamente tierna edad de 21 años, esto hace de este niño Nadal el hombre que llega a todas. Aquí y allí, con sus bolas ariscas o su inglés fracturado, te desgarra el corazón. Que lo digan Banderas y Moyá.

Moyá: "Él impuso su juego"
"No estoy feliz de cómo jugué: no aproveché mis oportunidades y él impuso su juego. Le dije "buena suerte" y "bien jugado". Contra viento, era imposible ganarle un juego. Con sus bolas altas y pesadas es muy difícil meterle mano. Puede ganar Wimbledon".

Nadal: "Cada vez juego mejor"
"No tenemos por qué ponernos a demostrar públicamente nuestra amistad. Se juega un partido como este a tres sets, gané yo porque alguien tenía que ganar, y a otra cosa. Estoy en semifinales por tercer año, cada vez juego mejor y eso es lo que cuenta".

A. DELMÁS (PARÍS) /as.com


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