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Verdasco cae ante Federer

Londres, 23/11/2009.- La fina frontera entre el éxito y el fracaso.

El madrileño no sabe rematar al número uno tras gobernar buena parte del encuentro.

Tres fallos seguidos en el duodécimo juego del segundo set, claves en la derrota.

Es delicada la línea que separa el éxito del fracaso. Tanto, que medir mal un globo sin demasiado picante del adversario puede conducirte a la tumba.

Bien lo sabe Fernando Verdasco, impecable debutante en el torneo de maestros hasta que olfateó la victoria de cerca. Fue entonces cuando empezó a perder la compostura, y con su servicio, que había defendido con entereza a lo largo de todo el partido, sin conceder una sola pelota de 'break', vio venir al monstruo herido. Y le perdonó la vida, la precaria existencia de Roger Federer, dominado y errático, en manos de un 'rookie'. El suizo venció por 4-6, 7-5 y 6-1, en una hora y 59 minutos, dejando en nada la magnífica tentativa del zurdo.

Verdasco había ganado el primer set administrando una ruptura inicial en blanco, y sacaba para buscar el desempate del segundo. Un error de derecha, 15-15, la mencionada pifia ante una bola que bien pudo definir en la red, 15-30, y otra derecha larga otorgaron al número uno del mundo sus dos primeras opciones de 'break', sus dos primeras bolas de set. Visto y no visto.

El tetracampeón resuelve ante el júbilo de una grada que no había dejado de encorajinarle en los peores momentos. Que los hubo para él.

Fernando Verdasco desaprovechó una magnífica oportunidad en el colmado O2 Arena. Pudo ser el gran héroe del día y acabó vencido lastimosamente, más por su propia impericia a la hora de llevar a Federer definitivamente al rincón que por la brillantez del helvético, que esta vez no existió.

Con tres derrotas en otros tantos cruces previos, el más reciente la pasada primavera, en los cuartos de final de Indian Wells, presente por primera vez en el torneo que premia a los ocho más certeros del curso, el madrileño afrontaba la cita sin presión alguna, sabedor de que ya había hecho todos los deberes de 2009, que lo demás sería ya una recompensa extraordinaria.

Desenlace sin historia
En su raqueta, magna, afinada, serena hasta que llegó la hora de la verdad, tuvo la posibilidad de dinamitar el torneo desde su inicio, de dar un paso significativo hacia las semifinales, comprometer seriamente la presencia en éstas de su rival y, de paso, otorgar mayor verosimilitud al combate de Nadal por rescatar el número uno del mundo y concluir por segundo ejercicio consecutivo en lo más alto. Todo se fue al garete en un 'pis-pas'. El buen trabajo, el plan de juego, el gobierno casi absoluto del partido.

Verdasco, que estuvo 0-30 para colocarse con 6-5 y servicio en el segundo set, demostró que aún le falta callo para morder ante los hombres que le preceden en el 'ranking'. Posee un balance descorazonador contra todos los participantes en el torneo, incluido Soderling (1-4), el relevo de urgencia del lesionado Roddick. El domingo dar un salto cualitativo en la magnífica trayectoria señalada este año, comparable al 'clic' que supuso su resolución en la final de la Copa Davis de 2008 ante Argentina, al hecho de alcanzar las semifinales del Abierto de Australia y plantar cara al mismísimo Nadal en un partido inolvidable. Pero se desintegró en los momentos culminantes, y de manera irresoluble a partir de ese juego fatídico.

Vio a Federer caminar hacia un plácido 5-0 en el tercer parcial, ya él fuera de juego, ajeno a todo, atormentado por la ingenua entrega de un botín que bien pudo haber hecho suyo. Entre los discutibles méritos del número uno del mundo en esta velada se encuentra saber meter una marcha más al partido, hacerse sentir sobre la cancha, mostrar la 'chapa', que en poco había intimidado a Verdasco mientras no se encontró en el límite, en esa finísima frontera que separa a los verdaderamente grandes de los buenos tenistas.

Javier Martinez/El Mundo