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Juegos Olímpicos - Atenas 2004

Conchita y Ruano elegirán entre el oro y la plata

Atenas, .- Conchita y Ruano elegirán entre el oro y la plata

Batieron a la pareja japonesa y jugarán mañana la final del doble femenino ante las chinas Li y Sun El choque se decantó a mediados del primer set y el segundo sobró

La bola ondula de derecha a izquierda. Puede ser la última, aunque en el tenis nunca se sabe. La pista 1 del complejo olímpico está muda, apenas se contiene. En el aire está eso que llaman 'bola de partido'. No hay emoción por el resultado, decantado claramente a favor de Conchita Martínez y Virginia Ruano, sino por el peso de la victoria que se aproxima. En esa pelota, dentro, va una medalla de oro o una de plata.

Medalla al fin.

Y cae el lado español (6-3 y 6-0). Ruano, más expresiva, se quiebra. El llanto de la alegría. Un grito que corona la pista, que la estremece. Conchita, de un carácter más calmo, se guarda las lágrimas para el interior, para el vestuario. La de la final de mañana será la primera medalla para Ruano; de Conchita, la tercera. El tenis español cumplió su cuota olímpica. Que sea de oro o de plata dependerá de ellas y de sus rivales, las chinas breves: Li y Sun.

La derrota es un virus contagioso. Desmoraliza. Los Juegos comenzaron repechando para España. Poco a poco, el camino se allana. Antes del partido de ayer, quemaba esa inercia. ¿Una vez más al borde de las medallas? Pronto se vio que no. El tiempo favorece a Conchita Martínez y a Ruano, se van desprendiendo de dudas. A cada partido se incrementa el número de automatismos que las unen. El fondo de la pista es coto de Conchita: estilista, flotando sobre la pista con ese modo suyo, descargado de toda brusquedad. La red es de Ruano, la activa, la chica de los cuádriceps y los bíceps, la ejecutora.

Frente a ellas danzaban dos japonesas igual de aguerridas, pero diferentes. Asagoe era un diccionario de errores. Sugiyama, su víctima. No pudo subsanarlos todos. Las españolas lo descubrieron pronto. Ésa era la vía hacia la final. Maniataron a golpes a Asagoe, que recogía derechazos y devolvía fallos. Tampoco el saque de la nipona, frágil, estuvo a la altura. Conchita y Ruano se lo rompieron en el cuarto juego. El choque se decantaba. Aún no lo sabían, pero comenzaba a ser definitivo. La pareja hispana tejió a partir de ahí una malla perfecta. Sin costurones. Sin fisuras, Dejaron hacer al 'harakiri' japonés. Desquiciada, Sugiyama también cedió su servicio. El primer set era ya estadística: 6-3. Disputado, sudado, pero esperado por el juego visto.

Ya no hubo más. La solidez de Conchita, su manejo de las teclas del partido, desmembró a las niponas. Ruano, además, certificaba con voleas el dominio de su compañera. Notaba la cercanía de la felicidad. Ella, que tiene seis títulos de dobles en los grandes torneos del circuito -sólo le falta Wimbledon-, se mostraba impaciente. Quería abreviar la llegada a su primer éxito olímpico. Más voleas. Las japonesas, fieles a su liturgia de sonreír a cada uno de sus fallos para consolarse, se pasaron la segunda manga como de fiesta. Venga a darse ánimos, venga a ponerle una sonrisa a cada bola que se les iba. Y se les fueron muchas.

La última descorchó la alegría larvada de Ruano y anunció las lágrimas que, como reconoció, dejó resbalar luego Conchita en el vestuario. Ella tiene, con Arantxa Sánchez Vicario como pareja, una medalla de plata en Barcelona'92 y una de bronce en Atlanta'96. Le falta el oro. Mañana, en la final, habrá jugado un partido más con Ruano. Otro capítulo de su fraternidad. Cada vez juegan mejor. A más. A por el único metal que le falta a una y el primero para la otra.

Con Conchita y Ruano en la final del doble femenino -frente a la revelación, las chinas Li y Sun, verdugos ayer de las argentinas Paola Suárez y Patricia Tarabini-, el medallero se ciñe ya a unos pocos nombres: el que acabó con Moyá, el chileno Massú, jugará la final frente al que echó a Ferrero, el estadounidense Fish. El bronce lo reñirán el americano Dent y el chileno Fernando González. Y en el cuadro femenino, el oro y la plata se quedarán entre la francesa Mauresmo y la belga Henin. El tercer puesto del podio llevará el nombre de Molik o de Myskina. En ellos, y en Conchita y Ruano, se resume el tenis olímpico.

J. GÓMEZ PEÑA/ENVIADO ESPECIAL. ATENAS


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