Paris, .- Adiós entre vómitos y calambres
Robredo cedió ayer en cinco sets ante el croata Mario Ancic, también mermado
El Tommy Robredo campeón del Masters Series de Hamburgo y nuevo 'top ten' mundial se comportó en Roland Garros como aquel que rozaba el selecto grupo de elite pero no conseguía dar el paso siguiente.
Se esperaba mucho del gerundense en la presente edición, que diera un golpe de mando desde su nueva posición en el escalafón profesional. Su prueba debía llegar en cuartos, contra Roger Federer, pero no llegó a la cita.
En 2003 cedió en cuartos frente a Albert Costa y el año pasado, en un partido similar al de ayer, cayó en cinco sets contra el ruso Nikolay Davydenko.
En esta ocasión no pasó de octavos, perdió con el croata Mario Ancic en un duro encuentro de 3h.49'.
Cuesta reprochar algo a Robredo, porque es de una profesionalidad a veces hasta obsesiva y se entregó en la pista soportando calambres, equilibrando un 2-5 en la última mangas antes de caer eliminado. Pero el especialista era él, 161 duelos en tierra batida por 47 del oponente, también el 'top ten', el vencedor de Hamburgo, donde había podido con Ancic en semifinales, y mandó 2 sets a 1.
Y el balcánico, que se la jugó con golpes a cara o cruz y en la red, su 'modus operandi' habitual, también sufrió calambres, e incluso vomitó en la pista. Lloró, como sus padres en la grada, extenuado e incrédulo por su hazaña.
“En el tenis cada semana hay una oportunidad, vendrán más”, comentó Robredo, que se declaró satisfecho por su trabajo. Su entrega merece siempre el aplauso, pero el listón estaba más alto. Quizás un bajón de responsabilidad, mayor relajación, le lleven en otro Grand Slam a cotas superiores. El 'top ten' le llegó así, cuando no pasaba por su cabeza.