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A Nadal le costó asimilar su triunfo
foto AFP
Moyá tuvo que consolarlo en el tunel
Baleares, .- Moyá tuvo que consolarlo en el tunel
En un deporte tan profesional como el tenis, pocas veces se dan casos de grandes relaciones de amistad entre jugadores. Carlos Moyá y su joven discípulo Rafael Nadal rompen la baraja en favor del ‘fair play’ entre dos paisanos que funcionan como colegas a pesar de que les separan diez años. Nadal, la nueva realidad de la ‘Armada’, siempre estará agradecido al trabajo de formación tenística y humana de Carlos. El primer enfrentamiento oficial entre ambos tuvo lugar en la Central del TMS de Hamburgo en la segunda ronda del torneo. Moyá se jugaba importantes puntos en su ascensión hacia el número uno; Nadal buscaba seguir en el cuadro y aumentar la leyenda del mejor junior de la historia más reciente del tenis. El alumno pudo con el maestro en la superficie de tierra que, por momentos, visualizó cosas que no son habituales en la forma de ser de Rafael. Apenas celebró un punto durante los dos sets (7-5, 6-4 a su favor) y, en los dos últimos juegos, no podía ni mirar al otro lado de la red donde estaba alguien tan cercano como Moyá.
A la conclusión del duelo netamente balear, el flamante vencedor estampó su firma en la cámara del TMS alemán mientras reflexionaba sobre una victoria agridulce ante un amigo de la talla de Moyá. En el otro lado de la red, ‘Charly’, con ocho años en el circuito en sus espaldas, se dio cuenta de la cara de contrariedad del joven rival. Lo normal en una pista de tenis es que cada jugador salga por su cuenta en dirección hacia el túnel de vestuarios. Moyá, sin tener en cuenta la derrota, espero a un descolocado Rafael que vio como su compatriota le abrazaba cuando ambos abandonaban la Central. Incluso estaba previsto que cenaran juntos, pero el partido terminó a la once de la noche del miércoles y, lo más conveniente, era el servicio de habitaciones para recuperar fuerzas para el siguiente día de competición. Ayer, toda la familia Nadal, se preguntaba por el estado anímico de Moyá tras la derrota en la segunda ronda de Hamburgo.
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